El Baile de la Jacaranda
Una flor de jacaranda se desprendió, cayó lentamente, casi sin peso. Sombras largas, estáticas, se estiraban sobre el asfalto al amanecer. Testigos expectantes.
Su violeta cortaba la luz, brillos de oro y rojos enredados. Las demás flores moradas, ya caídas, adornaban la calle, un mosaico de belleza y fragilidad. Todos nos detuvimos para poder presenciar la caída. El pesado aire la sostenía para hacer más lento el trayecto.
La flor con su majestuoso color pendía, rehusaba el suelo. El tiempo le daba respetuosamente su espacio. El mundo se detuvo, con todos los que pasábamos frente a ese espectáculo para verla caer en su giro final.
El tiempo finalmente cedió, inmóvil solo por unos instantes, regresó a su cadencia. Ruidos habituales de ciudad.